Resumen:
Para armar su gabinete Claudia Sheinbaum ha optado por algunas ratificaciones de secretarios de Estado y mover a otros de dependencia. La estrategia es razonable desde el punto de vista que se trata del mismo equipo político; sin embargo, valdría la pena preguntarse dos veces si es un error haber puesto a Marcelo Ebrard como secretario de Economía y enviar a Raquel Buenrostro a la Secretaría de la Función Pública.
Transcripción:
Para armar su gabinete Claudia Sheinbaum ha optado por algunas ratificaciones de secretarios de Estado y mover a otros de dependencia. La estrategia es razonable desde el punto de vista que se trata del mismo equipo político; sin embargo, valdría la pena preguntarse dos veces si es un error haber puesto a Marcelo Ebrard como secretario de Economía y enviar a Raquel Buenrostro a la Secretaría de la Función Pública.
A favor del nombramiento de Ebrard está el hecho de que las relaciones comerciales en prácticamente todo el mundo son algo muy parecido a la diplomacia, en Estados Unidos y Canadá quienes se encargan de esa función tienen rango de ministros y embajadores.
Así, parece lógico que se haya elegido a un perfil que claramente tiene habilidades diplomáticas, que bien desarrolló desde la Secretaría de Relaciones Exteriores en las que tuvo un papel muy intenso en las negociaciones con Estados Unidos y Canadá del T-MEC. No olvide que nombró como subsecretario de América del Norte a Jesús Seade, quien tenía como principal misión tomar la negociación del acuerdo comercial desde el equipo de transición y hasta que se firmó el acuerdo.
Luego no supieron bien a bien qué hacer con ese funcionario, quien regresó a China, donde ha hecho una de las partes más importantes de su carrera, hasta que se le nombró embajador de México en ese país, en el que está jugando un papel mucho más que destacado, toda vez que la tensión entre la nación asiática y Estados Unidos ha ido subiendo de tono y, sin duda, están utilizando a México como campo de batalla.
Ahí están temas como los aranceles al acero y las continuas amenazas en contra de la fabricación de vehículos chinos en México que, por cierto, es hasta el momento un muy buen deseo de quienes aspiran a que el nearshoring sea la punta de lanza del crecimiento de la economía nacional.
Si Donald Trump gana las elecciones en Estados Unidos, como en este momento es lo más probable, la tensión comercial con México irá creciendo. Ayer mismo el Padre del Análisis Superior le recordó que fue un error de Ebrard minimizar lo que sería la revisión del T-MEC en 2026 y lo reconfirmó ayer mismo la ganadora de las elecciones cuando dijo que “no permitiría que se use a México en la campaña de Estados Unidos”.
Mucho más allá de los juicios sobre la oportunidad de la respuesta que dio Ebrard sobre los dichos del candidato republicano a la presidencia de EU o que si realmente no se dirigían hacia él, hay un hecho concreto: Trump está buscando minar la capacidad negociadora del equipo mexicano.
REMATE MOVIDO
Sobre Raquel Buenrostro, es claro que la próxima Presidenta buscó a una persona que construyó una reputación de incorruptible durante su paso por el Servicio de Administración Tributaria donde, hasta el momento, nadie ha podido vincularla con algo parecido a un caso de corrupción. La ganadora de las elecciones busca mandar un mensaje claro y contundente de que en su administración se perseguirán los actos de corrupción vengan de donde vengan y sea quien sea.
Su más grande éxito no sólo fue cobrar deudas a las más grandes empresas nacionales, sino que por la vía de la negociación logró que muchos asuntos que pudieran haberse dilatado por lo menos durante todo el sexenio se resolvieran de una manera en la que el erario recibió los recursos.
Esta estrategia permitió cerrar casos dudosos en tribunales como el de Walmart, que hoy encabeza Ignacio Caride, o BBVA, que en México dirige Eduardo Osuna, cuando los contribuyentes decidieron pagar y cerrar sus expedientes.
Quizá le faltó tiempo para construir un asunto de este tipo con Ricardo Salinas. Se trata también de un tema altamente debatible en tribunales que no se resolverá durante este sexenio. Gran parte de la estrategia de Buenrostro es que dentro de la ley es preferible un mal arreglo que un buen pleito.
Esta administración no recibirá un peso de lo reclamado a Grupo Salinas y, de hecho, lo más probable es que a principios de la próxima administración se logre transitar por una vía mucho más benéfica para las partes y para el erario.
REMATE TRANQUILIZADOR
Como secretaria de Economía logró establecer puentes con sus homólogas Katherine Tai y Mary Ng para que los temas políticos no contaminaran los temas de la relación comercial. Dejar que los políticos dijeran cosas, pero que en las mesas de negociación no tuvieran relevancia.
Gracias a esa buena política se logró evitar que estallaran asuntos potencialmente de gran daño para el interés de México, como el energético o del maíz. Así las cosas, bien vale la pena preguntarse si no hubiera sido mejor que Buenrostro se mantuviera en la Secretaría de Economía en un contexto en el que, a no dudar, la relación comercial con Estados Unidos se descompondrá no sólo durante las elecciones, sino en el probable caso de ganar Donald Trump.