Transcripción:
La mayoría augura otra guerra interna entre moderados y radicales.
Mientras todo el mundo está pendiente de la integración del equipo de Claudia Sheinbaum, la mayoría olvida que también falta otro gabinete de suma importancia, que es el de Clara Brugada en la Ciudad de México.
Y no se ve nada fácil, pues la mayoría augura otra guerra interna entre moderados y radicales de Morena, sobre todo porque estos últimos se sienten con el derecho a tomar el pedazo más grande del pastel, ya que impusieron a Brugada como candidata, a pesar de Sheinbaum.
Esta lucha interna de la 4T en la capital del país se torna interesante, porque todavía no se sienta en la silla del Antiguo Ayuntamiento y Clarita ya debe estar soñando con el edificio de enfrente, donde seguramente se ve como inquilina para 2030. Desde que desapareció la figura de regente —designado por el Presidente en turno para administrar la capital— y se creó la Jefatura de Gobierno del DF, cuyo titular se eligió por primera vez en 1997, todos lo que ocupan el cargo, inevitablemente, se ven en la grande.
Desde Cuauhtémoc Cárdenas —el primero—, pasando por Rosario Robles, Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera y la propia Sheinbaum, todos se obsesionaron con la silla presencial; Brugada no tendría por qué ser la excepción.
Pero ella enfrentará obstáculos internos que le podrían complicar sus aspiraciones, y todo el mundo sabe que, cuando los problemas vienen de la familia, son más difíciles de superar.
Si bien los radicales reclamarán la tajada del león, pues también laten sus corazoncitos y seguramente más de uno aspirará, igual, a la Presidencia de la República, otros buscarán el Gobierno de la CDMX; aprendieron el caminito.
No es casualidad que en la campaña de Clarita se metió Marcelo Ebrard, quien estaría esperando como pago una parte del gabinete para seguir tejiendo por su añeja aspiración presidencial para dentro de seis años.
Aunque para entonces tendría 70 años y el electorado será completamente distinto, Marcelo no quitará tan fácil el dedo del renglón para intentar llegar al lugar que en dos ocasiones le ha quitado López Obrador.
El excanciller no tiene la simpatía de Sheinbaum, pero habrá que ver si, al término de su Presidencia, aún cuenta con la fuerza para imponer a su sucesor, como lo hizo Andrés Manuel con ella, o se le rebela la granja y el rebaño se le desintegra.
Gran disyuntiva enfrenta Brugada con el tema, pues fue procuradora social con Marcelo, quien después le operó todo el tema de Juanito para que pudiera ser alcaldesa de Iztapalapa la primera vez.
Por supuesto que la asesoría de Ebrard sería invaluable para que Clara hiciera buena chamba en la Jefatura de Gobierno, pues, si alguien hizo un gran trabajo —reconocido por propios y extraños—, es el excanciller.
El problema sería que, si lo deja entrar, podría desplazarla en la lucha presidencial. Seguramente los duros se opondrían; lo más sano es que Claudia se lleve a Marcelo a su gabinete, como fue el acuerdo.
Porque si le dan espacios en la CDMX…
CENTAVITOS
Por este tipo de cosas es que muchos decían que lo más conveniente para Sheinbaum era que Clara perdiera en la CDMX, pues eso le quitaría la presión que significará que los radicales se aglutinen en torno a la Joya de la Corona para, desde ahí, hacerle la guerra. Pero necesitaba los votos de la capital y tuvo que empujar a la exalcaldesa de Iztapalapa. Sólo que el haber ganado de más, en lugar de beneficiarle, se le pude convertir en un problema, pues los renegados quedaron muy fuertes.