Resumen:
No sucedió en una recóndita clínica en abrupta serranía; tampoco en un saturado Hospital de Especialidades del IMSS, donde lo común es que un paciente espere 8 meses para entrar a quirófano: en el Hospital Carlos McGregor —antes Gabriel Mancera—, a cargo de Arturo Hernández Paniagua, un simple trámite es un proceso humillante para el derechohabiente, pues la mayoría de los que ahí trabajan —no de los médicos— se afanan en mostrarle su desprecio.
Transcripción:
No sucedió en una recóndita clínica en abrupta serranía; tampoco en un saturado Hospital de Especialidades del IMSS, donde lo común es que un paciente espere 8 meses para entrar a quirófano: en el Hospital Carlos McGregor —antes Gabriel Mancera—, a cargo de Arturo Hernández Paniagua, un simple trámite es un proceso humillante para el derechohabiente, pues la mayoría de los que ahí trabajan —no de los médicos— se afanan en mostrarle su desprecio.
No es una estampa: abundan los testimonios de que en todo ese sistema de salud —salvo honrosos y meritorios casos- el común denominador en el Instituto es el trato burdo y burocrático. Vaya, sí alguna vez se instrumentó —bajo la dirección de Mikel Arriola— el programa denominado Cobertura, Calidad y Calidez del Seguro Social, sólo fue por encimita, pues el cambio de gobierno se llevó esos preceptos, como la lluvia arrastra la tierra suelta. El IMSS padece anemia crónica desde hace lustros, pero intentos consistentes de rehabilitación financiera impidieron la desaparición de sus reservas técnicas y evitaron la quiebra. Sin embargo, dado el déficit de camas, la posposición de cirugías, el rechazo a enfermos terminales, así como la difícil adquisición de medicamentos y sobrecarga de trabajo del personal médico, la situación se complica ahora que funcionarios armaron una “licitación a modo” para la millonaria compra de equipo a las compañías que manejan, con altos costos del suministro de los mismos. Hay nuevos esfuerzos para recuperar la ruta: AMLO, luego de supervisar 80 hospitales del IMSS, que encabeza Zoé Robledo, en las últimas semanas, terminando la revisión en la Unidad de Tlaxiaco, Oaxaca, aseguró que se dotaría de personal, equipo y medicinas suficientes a sus centros de atención; tarea a la que para la entidad se comprometió el gobernador Alejandro Murat. El tiempo —y no mucho— dirá si ese esfuerzo rinde frutos.
Chocolates para todos. Fue un albazo legislativo operado por la mayoría de Morena, que lidera Mario Delgado, en la Cámara de Diputados, que dejó colgadas las pláticas que el CCE —que representa Carlos Salazar— con la Oficina de Presidencia, que lleva Alfonso Romo: sencillamente, de madrugada, se aprobó un muy bien oculto artículo transitorio en la Ley de Ingresos de la Federación para legalizar —mediante una módica cuota— hasta 18 millones de autos ilegalmente introducidos al país. No importaron las conversaciones de Francisco Cervantes (Concamin), de los distribuidores de autos, que representa Guillermo Prieto, ni los fabricantes, en voz de Eduardo Solís, efectuadas con Graciela Márquez, de Economía, ni con el subsecretario hacendario Gabriel Yorio. Al parecer, el cálculo político pudo más que la política industrial para la rama clave de la manufactura y de las exportaciones, optando votos a cambio de perder casi 40% de las ventas nacionales de autos nuevos y desaparecer unos 30 mil empleos en los próximos 2 años.
Basura cara en el IPN. Y como si le sobrara dinero a la institución, el equipo de Mario Alberto Rodríguez se hace pato para contratar servicios de limpieza de mejor precio, por lo que decidió cancelar la licitación IA-01100001-E315-2019, por lo que Gott und Glück sigue encargada de asear las instalaciones pero, eso sí, cobrando 15% más caro de lo que habría costado otra empresa.