Resumen:
La transición del poder político en la historia de México había sido, en todos los cambios de presidente, un proceso lleno de traiciones, tensiones, incertidumbre, devaluaciones y cambios abruptos que afectaban a la ciudadanía y la continuidad de los proyectos gubernamentales.
Transcripción:
La transición del poder político en la historia de México había sido, en todos los cambios de presidente, un proceso lleno de traiciones, tensiones, incertidumbre, devaluaciones y cambios abruptos que afectaban a la ciudadanía y la continuidad de los proyectos gubernamentales.
En 1994, por ejemplo, Ernesto Zedillo llegó al poder por el magnicidio del malogrado candidato Luis Donaldo Colosio, y a días de haber asumido se produjo "el error de diciembre", que ocasionó una grave devaluación de la moneda mexicana y generó un pleito con su antecesor que marcó su sexenio.
En la era de la alternancia, Fox no quería dejar a Felipe Calderón, pero gobernó tan mal que lo forzaron a dejarlo como candidato y aunque perdió la elección de 2006, el entonces IFE operó a su favor y, con su "haiga sido como haiga sido", descaradamente se apropió de la Presidencia, protagonizando una de las transiciones más conflictivas de la historia reciente.
En contraste, la actual transición entre el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su sucesora Claudia Sheinbaum Pardo (CSP), representa un punto de inflexión sin precedentes en la historia política mexicana. Se trata de una transición tersa, democrática, abierta, transparente y, sobre todo, que garantiza la continuidad de los proyectos esenciales, porque pondera el interés público y la soberanía nacional.
Desde que AMLO asumió la Presidencia, en 2018, instrumentó una serie de políticas y anunció proyectos estratégicos de gran envergadura, destinados a transformar para bien la vida de las y los mexicanos.
No obstante, algunos requieren de obras complementarias y de una gestión que asegure su finalización exitosa.
La elección de Claudia Sheinbaum como sucesora de López Obrador no solo garantiza esta continuidad, también marca una transición presidencial inédita en México.
A diferencia de las administraciones priistas y panistas donde los presidentes entrantes desmantelaban todos los proyectos de sus antecesores para imponer lo suyo, la transición actual se caracteriza por el respeto, la continuidad de los programas estratégicos, el diálogo franco y la plena colaboración institucional.
Su enfoque antepone el interés público sobre los intereses personales, ideológicos y partidistas.
Desde el anuncio de Sheinbaum como candidata, el partido en el poder y la triunfadora han desplegado una comunicación permanente y abierta con la ciudadanía. El parlamento abierto y las mesas de diálogo han sido instrumentos clave para enriquecer, por ejemplo, la reforma al Poder Judicial e incorporar las voces de los mexicanos en la toma de decisiones.
Este nivel de apertura, nunca antes visto, refuerza la legitimidad del proceso de sucesión presidencial. La colaboración entre AMLO y CSP también se refleja en la estructura del equipo de transición, con la inclusión de siete integrantes del anterior gabinete en el nuevo.
A diferencia de otros sexenios, donde integrantes de los equipos del saliente y del entrante solían operar de manera independiente y hasta perversa, ahora se conformó un grupo mixto de trabajo que facilita la transferencia de conocimientos y garantiza continuidad en la instrumentación de políticas públicas.
Estamos viviendo una transición que representa un nuevo modelo de gobernanza: con garantía de estabilidad política, económica y social y, al mismo tiempo, que sienta las bases para un futuro más próspero y equitativo para todos los mexicanos.