Transcripción:
Ríos de tinta han corrido acerca del endeudamiento de Coahuila que comenzó en 2009 y -si bien va- terminará en 2043, de acuerdo con la última renegociación -la cuarta- formalizada el pasado 10 de octubre.
Periodísticamente se podría decir que a la fecha todas las aristas del fenómeno han sido desarrolladas en más de una década trascurrida. Desde la contratación con documentos falsos o las fortunas incautadas por el Departamento del Tesoro en Estados Unidos, hasta el papel que juegan los bancos en el negocio.
La trascendencia del tema en la arena estatal, por su parte, siguió su propio curso en ese tiempo. Originalmente se gestó un movimiento de genuinos indignados, luego el problema estigmatizó al estado en el plano nacional y, ondeando esa bandera, el PAN logró el mayor posicionamiento de su historia en la entidad; inclusive hasta Morena, en última instancia, alcanzó a amasar un modesto capital político local politizando el asunto (sin proponer por supuesto ninguna solución, como es costumbre) y alentando el resentimiento social.
Actualmente ni es capítulo cerrado ni hay que dar vuelta a la página, sin embargo las circunstancias son otras (y el verdugo está en otra parte) aunque algunos todavía se nieguen a verlas y mucho menos a reconocerlas, pese a que se acumula la evidencia objetiva y empírica.
Si no sucede nada extraordinario, esta semana será votada por consigna en la Cámara de Diputados -con mayoría de Morena y sus aliados PT y Verde- la Iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación 2024 que, entre otras cosas, supone un endeudamiento sin precedentes en la historia contemporánea de la nación.
El dictamen de la Comisión de Hacienda sujeto a votación autoriza un crédito de casi 2 billones de pesos para el próximo ejercicio fiscal (un billón 990 mil millones de pesos). Eso significa un aumento del 70% respecto del año anterior, cuando la deuda se contrató entonces por 1 billón 170 mil millones de pesos.
Simplificado a dos cifras pareciese poco y se dice rápido, pero representa 55 veces la deuda de Coahuila.
Y aquí viene lo interesante: el dinero no será destinado a inversiones productivas que posteriormente generen ingresos, como mandata la Constitución en esos casos, sino utilizado para pagar el aumento al doble de las pensiones del Bienestar, proyectado para 2024. Al gasto corriente, pues.
Dicho de otra forma: clientelismo electoral en Año de Hidalgo y también de sucesión presidencial. Lo de siempre: ganar elecciones y acumular poder, lo único que les importa como régimen militarista-populista, aunque luego no sepan qué hacer con él.
Por otro lado, el resto de los recursos serán arrojados a esos pozos sin fondo en que se han convertido las obras de infraestructura sexenales que nacieron del capricho autócrata, cuya viabilidad económica, medioambiental y social ha sido cuestionada en múltiples ocasiones por especialistas en la materia, y lo más importante: cuyos costos estimados inicialmente se han disparado al triple (el Tren Maya, por ejemplo) debido a la mala planeación y a la corrupción imperante (con la información de los mismos reservada por cinco años, argumentando "seguridad nacional" para no transparentarla, se coloca un dique oficial para impedir se indague a dónde se fuga el presupuesto).
Y por si fuera poco, otro tanto será destinado al "servicio de la deuda" ya existente (particularmente a cubrir las tasas de interés que aumentaron). Es decir, pagarán deuda con deuda.
No hay que ser una lumbrera para discernir que si como régimen llegaron al extremo de pedir prestada la mayor cifra que se tenga registro, es porque han vaciado ya las reservas en sólo cinco años, saqueado fondos y fideicomisos, y menguado las finanzas de las Empresas Productivas del Estado Mexicano que sostienen el gasto público; Petróleos Mexicanos concretamente.
Caminos que conducen a un 2024 convulso y un 2025 en crisis; hiperinflación y devaluación de la moneda. También de esto hay evidencia.
Cortita y al pie
Y luego está lo obvio: si para las dádivas del final de sexenio necesitan recurrir al endeudamiento interno, no es ocioso preguntarse cuánto tiempo más durará ese círculo vicioso hasta que la burbuja reviente debido a la pésima gestión.
No vaya tan lejos para dimensionarlo. En 2011, cuando el globo explotó en Coahuila, la llave del erario se cerró abruptamente y por consecuencia fueron cancelados todos aquellos programas sociales "De la Gente" que subvencionaba parcial o totalmente Gobierno del Estado. La diferencia es que ahora se apellidan "Del Bienestar" y su mecenas es Gobierno federal.
Que uno se lleve los aplausos y otro, el que le sigue, sea quien sea, el costo político. El "ajedrecista" Obrador es, en realidad, un Humberto Moreira con anabólicos.
La última y nos vamos
Si lo sucedido en Coahuila se definió en su día como "Megadeuda" o "Moreirazo", lo que a punto está de ocurrir en el país con Morena, qué será.