Resumen:
Si, no importa, recurriré a un lugar ahora común, en honor a Augusto Monterroso: Cuando desperté, el país aún estaba allí…
Ha pasado una semana y nuestro México sigue aquí, con sus problemas, sus contradicciones, sus potencialidades y sus zonas oscuras, silenciosas, que hoy se develan en toda su magnitud, al menos para mí.
Transcripción:
Si, no importa, recurriré a un lugar ahora común, en honor a Augusto Monterroso: Cuando desperté, el país aún estaba allí…
Ha pasado una semana y nuestro México sigue aquí, con sus problemas, sus contradicciones, sus potencialidades y sus zonas oscuras, silenciosas, que hoy se develan en toda su magnitud, al menos para mí.
Un país con altas tasas de criminalidad, con una desigualdad que pretende paliarse con programas sociales, que no ha atendido la devastación ambiental, con un gobierno que en buena medida enfrenta el cambio global con paradigmas de la Guerra Fría y, lo más preocupante, que pretende volver a un régimen presidencialista sin equilibrios, autoritario, que busca imponer una visión única, unidireccional, frente a la diversidad y las minorías.
Y bien, frente a todo eso, ¿qué pasó? Se develó el país que hoy somos. Los 35 millones de votos para Claudia Sheinbaum, con los datos con los que hasta hoy contamos, nos revelan una verdad contundente, no todos se explican por sectores populares y los beneficiarios de programas sociales, parte importante de ellos también son de sectores medios, jóvenes y universitarios.
La famosa “espiral del silencio”, el voto oculto, aquel que se afirmó que no se manifestaba en las encuestas y que la oposición pensó que se pronunciaría a su favor no fue tal, más bien la mayoría de las encuestas estaban midiendo bien el fenómeno y reflejando un humor público. Otra cosa muy distinta es no entender el hecho de la aparente discordancia entre la realidad y la valoración que sobre ella hace la sociedad mexicana.
Se construyó una mayoría sobre la base de sectores que confían y son fieles seguidores de López Obrador, otros que no fueron convencidos por la oposición, además con quienes son beneficiarios de los programas sociales y de las obras públicas del actual gobierno.
Mención aparte merece el abstencionismo, el más alto en la historia para elecciones presidenciales, ¡el 40%! Lo afirmé en varios foros y lo escribí en esta columna, el resultado en mucho dependería del nivel de participación ciudadana. Se trataba simplemente de una correlación aritmética, entre más baja más posibilidades del voto por la continuidad, aunque como lo dije arriba eso no explica todo y tampoco quiere decir que los que no votaron lo harían por la oposición.
Algo está pasando, hemos alejado a amplios sectores de la población de la política, seguramente los datos duros nos indicarán que sobre todo a los jóvenes, de manera tal que, entre otros, tenemos un grave problema de relevo generacional. La atención de los problemas que nos son comunes pasa a un segundo término frente al interés individual de las nuevas generaciones que heredaron un mundo de más libertades sin el aprendizaje de haber luchado por ellas.
Otro factor a considerar es la relación entre las lógicas locales y lo federal, al parecer, por los datos hasta ahora disponibles, en las elecciones concurrentes con las presidenciales lo federal sigue pesando sobre lo regional, de otra manera no se explican ciertos resultados en entidades con malos ejercicios gubernamentales como Morelos y Veracruz o bien con buenas cuentas como Yucatán.
Está demasiado cercana la jornada electoral y se requiere distancia para digerir y entender lo que ha pasado. Lo mejor que podemos hacer es con humildad, autocrítica y profundidad estudiar el fenómeno. No podemos desconocer a ese México que decidió participar no participando y a los 35 millones que apostaron por la continuidad.
Mientras tanto, lo que de inmediato se revela es el ánimo de triunfo del presidente, quien sin perder tiempo construye su narrativa de control del Congreso de la Unión —por cierto, una vez más, erigiéndose en autoridad electoral se asigna una mayoría calificada para reformar la Constitución— y anuncia que una vez instaladas las dos Cámaras turnará a las mismas sus propuestas de reforma constitucional, que antes fueron frenadas por la Corte. Iniciando por aquella que impactará de manera radical en la conformación del Poder Judicial, para elegir vía voto directo a ministros, jueces y magistrados y en una de esas a consejeros electorales. El plan C está en operación, no hay sorpresas.
Al parecer nos conformamos con poco, con paliativos, somos crédulos y utilitarios, pero eso somos. Como demócrata respeto a las mayorías, no por algo siempre he militado en las minorías.
La unanimidad me parece sospechosa, las mayorías engañosas, perdón soy cartesiano, tengo a la duda por método. Creo en la certeza solo para las reglas y su aplicación que nos permita una convivencia social civilizada. Creo también en la diversidad, la confrontación y la riqueza que entraña, pero cada quien y sus gustos.
Nadie dijo que la vida fuera fácil y menos la involucrada en la política. En democracia se gana y se pierde, pero nunca todo, cuando eso sucede es que se acabó la democracia, aunque se haya accedido al poder por ella. Una mayoría de mexicanas y mexicanos han decidido, esperemos que quienes gobernarán hagan honor a eso y al método a través del cual fueron electos, si así fuera va desde ahora mi reconocimiento.
De cualquier manera habrá que seguir luchando por un México libre, en el que prevalezcan el Estado de derecho, la libertad de tránsito, por un país que ofrezca igualdad de oportunidades, que destierre estructuralmente la pobreza y reconozca la riqueza y potencialidad de su diversidad.
Posdata
Esto aún no se cierra, falta que los tribunales electorales desahoguen los recursos interpuestos y califiquen las elecciones. En ese tránsito una cuestión de la mayor importancia es la integración de los Congresos, tanto el federal como los locales, de eso dependerá el que las propuestas de los Ejecutivos se impongan sin cuestionamientos. Hablamos de la sobrerrepresentación (¿cuántos diputados puede tener un partido más allá de los que le asignaron los votos directos de los electores?), que puede distorsionar el resultado de las elecciones. Un ejemplo de ello es lo que sucedió en el Instituto Electoral de la CDMX, en donde, por presión de la mayoría gobernante, el OPLE aprobó asignarles 7 diputados más de los originalmente considerados, con los que quedan a uno de tener mayoría calificada. ¿Lo que nos espera, ganar y arrebatar? Espero equivocarme.