Duda Razonable // La aplastante avalancha obradorista


Resumen:

Si uno analiza los seis años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, queda claro que sí, las cosas cambiaron, pero no demasiado o claramente no tanto como él quiere que cambien ahora para otros, para otra, para Claudia Sheinbaum.

Transcripción:

Si uno analiza los seis años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, queda claro que sí, las cosas cambiaron, pero no demasiado o claramente no tanto como él quiere que cambien ahora para otros, para otra, para Claudia Sheinbaum.

Esos cambios, sobre todo los exitosos, tuvieron que ver con asuntos de política pública: los aumentos al salario mínimo, la regulación de la subcontratación, el aumento y expansión de algunos programas sociales y otros. En otras áreas del gobierno vimos variaciones —sí, para peor— de otros sexenios, pero en el mismo sentido. La militarización es peor que nunca, pero el camino estaba trazado desde Calderón y los últimos presidentes han abandonado a la fiscalía o procuraduría salvo cuando las necesitan para algún asunto político; lo mismo con el punitivismo, que significa el aumento de delitos con prisión preventiva oficiosa.

En salud y en educación, dos áreas en que los presidentes siempre han hecho “reformas”, las de este sexenio salieron peor. La relación con Estados Unidos, salvo palabrería, fue la misma, con todo y acuerdo comercial. Y en la Suprema Corte de Justicia de la Nación le pasó como a todos, pregúntenle a Calderón con Zaldívar. Propuso y logró personas que pensaba cercanas, pero el proceso de selección y el carácter de los que llegaron hizo que terminara odiándolas.

La cuarta transformación no fue muy transformadora, pues.

El Presidente lo sabía a principios de este año cuando, en febrero, envió el paquete de reformas constitucionales que no pasarían. No había los votos. Es más, la mayoría de esas reformas no estaba en la mira de su candidata. Por más que he buscado, no encuentro a Claudia prometiendo emocionada lo que en febrero le impusieron y ahora dice abrazar. Ese es su líder, uno que nada más piensa en él.

Si el Tribunal Electoral hace lo que todos creemos que va a hacer y en septiembre el Congreso se apura a aprobar la mayoría de las iniciativas, el país que el 1 de octubre recibirá Claudia Sheinbaum no se parecerá al que imaginó gobernar el año pasado cuando anunció su intención de ser presidenta.

Pero el Presidente creó una avalancha. Una que aplasta cualquier plan de Claudia. Solo administrar los cambios que se vienen se comerá los primeros años. Ese será el legado del líder y la avalancha aplastadora.

Él en el rancho. Ella enfrentando crisis.