Resumen:
Acababa de rendir protesta como jefe de Gobierno del Distrito Federal, el 5 de diciembre de 2006, cuando Marcelo Ebrard se desapareció durante más de dos semanas para irse de luna de miel con Mariagna Prats a Oriente Medio, olvidándose de la ciudad.
Transcripción:
Acababa de rendir protesta como jefe de Gobierno del Distrito Federal, el 5 de diciembre de 2006, cuando Marcelo Ebrard se desapareció durante más de dos semanas para irse de luna de miel con Mariagna Prats a Oriente Medio, olvidándose de la ciudad.
Aunque sus colaboradores trataron siempre de cubrirlo asegurando que trabajaba en privado para afinar su programa de gobierno, al final se supo que en realidad andaba en un viaje de placer.
Eso sí, su equipo aclaró que todo lo pagó con su propio dinero y que había solicitado que le descontaran los días que no trabajara. Como si eso justificara que, sin haberse acomodado aún en la silla, anduviera muy lejos recorriendo el mundo.
Por mucho que se tratara de su luna de miel, ¿en qué trabajo una persona que acaba de entrar le dan más de dos semanas de vacaciones y le guardan su lugar para cuando quiera regresar a chambear?
Mucho se dijo que en ese tiempo Andrés Manuel López Obrador le había pedido a Marcelo que pospusiera su boda, pues tenían que concentrarse en la defensa del voto, por la impugnación de los resultados con los que Felipe Calderón le había ganado la Presidencia de la República.
A Ebrard no le importó y se casó por lo civil apenas una semana después de ganar las elecciones de julio de 2006. Aunque fue invitado, López Obrador no asistió al festejo.
Después de 18 años, Marcelo vuelve a hacer la misma jugada y, con sólo un par de semanas como secretario de Economía, se va de vacaciones a Japón, argumentando que es un viaje que ya tenía planeado con su familia.
Pero esto se supo después de que corrió el rumor de que estaba grave de salud, por lo que —una vez más— de su oficina aseguraron que andaba de vacaciones, sin goce de sueldo y con permiso de su jefa, Claudia Sheinbaum.
Como si alguien creyera que el excanciller vive de su sueldo o, peor aún, como si eso fuera lo importante de su ausencia.
El cuate se desaparece cuando la reforma al Poder Judicial está generando inquietudes entre inversionistas nacionales y extranjeros; cuando los industriales del país realizan en Monterrey su reunión más importante del año y él ni siquiera se digna a enviar un representante.
O cuando faltan menos de dos semanas para que se defina quién ocupará la Presidencia de Estados Unidos, principal socio comercial de México, y que marcará el rumbo para renegociar el Tratado de Libre Comercio que el propio Marcelo bautizó como T-MEC, utilizando sus siglas.
Y un sinfín de pendientes más que tienen que ver con su sector. Se avecinan tiempos difíciles para los mexicanos y él prefiere vacacionar. Parece que nadie le ha dicho que ya no es canciller como para andar por el mundo.
Cómo se ve que Marcelito sigue siendo él… y sus prioridades.
CENTAVITOS
Ridículos, por no llamarlos más feo. Los diputados de Morena en el Congreso de la CDMX condenaron el atentado en contra del expresidente boliviano Evo Morales y exigieron que se garantice su integridad. Los diputados se desgarran las vestiduras diciendo que este tipo de acciones atentan contra la democracia y sólo buscan provocar miedo en la población de la nación sudamericana. Piden garantizar la seguridad de Evo, pero nada dicen de que está acusado de pederastia en su país. Los morenistas se expresan contra la violencia en el extranjero, pero nada han dicho de la narcoviolencia en Sinaloa, del asesinato del sacerdote Marcelo Pérez en Chiapas, de la decapitación del alcalde de Chilpancingo o los coches bomba en Guanajuato, por citar algunos ejemplos.