Resumen:
Aunque por segunda legislatura consecutiva en el Congreso de la CDMX hay más mujeres que hombres, hoy se suma una buena cantidad de jóvenes de todos los partidos, que bien podrían armar su propia agenda y no solo la que les imponen sus dirigencias.
Transcripción:
Aunque por segunda legislatura consecutiva en el Congreso de la CDMX hay más mujeres que hombres, hoy se suma una buena cantidad de jóvenes de todos los partidos, que bien podrían armar su propia agenda y no solo la que les imponen sus dirigencias.
Si bien es cierto que llegaron a través de un partido, eso no debería impedirles apoyar iniciativas de otras fuerzas políticas, si éstas benefician a las generaciones que representan o a las que vienen detrás.
Al llegar a un cargo legislativo, no deberían olvidar que la lucha electoral terminó el día de las elecciones y que, una vez en sus curules, deben procurar el beneficio de los ciudadanos, no de sus dirigentes.
Que la guerra la sigan los partidos o incluso ellos mismos, pero fuera de los recintos. Porque si bien es lógico que defiendan sus postulados, no deberían apoyar aquello en lo que no creen o que no los represente.
Los diputados no deberían votar como si volaran en escuadrón; tendrían que darse la oportunidad de votar en conciencia. No tendría nada de malo que al interior de una misma fracción hubiera votos a favor y en contra, sin que alguien sea acusado de traición.
Una muestra de la juventud que hay en los partidos la representan Tania Larios, del PRI; Patricia Urriza y Fernanda Ledesma, del MC; Frida Guillén y Raúl Torres, del PAN; Pedro Haces Lago, Emilio Guijosa y Víctor Hugo Lobo Rodríguez, de Morena, por citar algunos.
¿Acaso ellos piensan igual que Alejandro Alito Moreno, Dante Delgado, Marko Cortés o Mario Delgado, que no son de su generación ni entienden sus necesidades? Ellos hacen política a la antigüita, por la sencilla razón de que son viejos o, en el mejor de los casos, chavorrucos.
¿Qué pasaría si los jóvenes de Donceles se unieran en defensa de sus causas, sin importar los colores y sin temor a las represalias de sus jefes, incluyendo amenazas de expulsión o de no tener nunca más una candidatura? En lugar de dejar que los vicios de sus dirigentes los absorban, tendrían que rifarse, como dicen ellos, para empujar el cambio generacional, que urge no solo en la Ciudad de México, sino en todo el país.
Que los jóvenes decidan su futuro y que construyan la ciudad que ellos quieren, no la que sus mayores les están heredando, y que cada vez está más podrida.
Sería interesante que se unieran para impulsar una agenda joven, enfocada en la ciudadanía y no en sus partidos. Que se ganaran legítimamente un lugar en la política, y no a través de favores o de caerles bien a quienes deciden.
Ya es hora de que las fuerzas juveniles saquen su rebeldía natural sin miedo a represalias. Sería un gran experimento verlos votar por lo que creen y no por lo que les ordenan sus mayores.
Tienen una oportunidad histórica; la pregunta es si quieren jalar o les da miedo.
CENTAVITOS...
Tendrían que verse en el espejo de las diputadas, quienes, a pesar de ser mayoría en las dos últimas legislaturas locales, no terminan por acceder al poder, y todo porque ellas mismas se meten el pie. No han sido capaces de armar una agenda de género, sin importar sus colores, porque siguen bajo el yugo de sus partidos, donde ven todo en blanco o negro, sin matices. En Donceles hay actualmente 38 diputadas y 28 diputados, pero como no han logrado sacarle provecho a esa mayoría de género, los que siguen tomando las decisiones importantes son quienes hoy están en minoría.
De manera injusta, a ellas se les exige demostrar que están ahí por méritos propios.
Hay que empujar el cambio generacional, que urge no solo en la Ciudad de México, sino en todo el país.