Transcripción:
Enfrentar la emergencia provocada por el golpe devastador del huracán John en Acapulco fue una de las primeras tareas que enfrentó la doctora Sheinbaum como presidenta de México.
Puede decirse, sin regatear, que se trata de una prueba superada.
Se refiere, para que nadie se equivoque, a los estragos provocados por la naturaleza, como la afectación al servicio de agua, electricidad y limpieza de playas.
La problemática general del puerto es otra cosa, algo estructural que no se puede resolver en un mes. Es una meta a mediano plazo, pero no se puede quitar el dedo del renglón.
Lo urgente era que el puerto estuviera en condiciones de recibir visitantes porque los ingresos del turismo son claves para la estabilidad social de Acapulco y del estado de Guerrero en su conjunto. Hay que seguir adelante, pero con la tranquilidad de que la emergencia quedó atrás.
¿Cuántos más? Se veía venir. La jerarquía católica no puede quedarse callada ante el asesinato de uno de los suyos que impacta a la comunidad en la que trabaja. Así ocurrió con el doble asesinato en la Sierra de Chihuahua y también en el caso del padre Marcelo Pérez en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
¿¡Cuántos más!? se pregunta la Conferencia del Episcopado en el semanario Desde la Fe. ¿Cuántos más tendrán que sacrificar su vida por buscar la justicia y predicar el evangelio? Es, sin duda, una crítica dura pero pertinente. El deterioro de la seguridad en Chiapas hacía previsibles asesinatos de alto impacto. Los sicarios que se salen con la suya, como es la regla en esa entidad, repiten los ataques una y otra vez.
En este caso ya hay un detenido que sería, se dice, uno de los autores materiales, lo que es relevante, pero todavía falta saber de parte de quién y por qué.
¿Lo llegaremos a saber?
CNDH, no dejar escapar la oportunidad. El cambio en la presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos es una oportunidad de corregir un error y de enviar un mensaje de reconciliación con todos los grupos defensores de los derechos humanos en el país.
Repetir con la señora Piedra ratificaría la versión de que se busca que la Comisión sea un cuadrito más en el organigrama del gobierno federal. A nadie conviene que su cabeza sea alguien que sigue instrucciones como si la línea de mando de la CNDH siguiera hasta Bucareli o Palacio Nacional.
La CNDH existe para ser un contrapeso.
No se trata, desde luego, de ubicar ahí a un personaje de la oposición que haga política desde la Comisión. Nada de eso, pero sí de impulsar una figura comprometida con los derechos humanos y respetada por los luchadores sociales. Hay mujeres y hombres que pueden con el paquete; lo que se necesita es voluntad política para no dejar escapar la oportunidad de cambio.
El PAN busca ayuda foránea. El Partido Acción Nacional está en su derecho de acudir a instancias internacionales para denunciar lo que considera un intento de controlar a los Poderes de la Unión. Que le hagan caso, que sus denuncias tengan eco, es otra cosa.
Lo que sí afectaría a las instancias gubernamentales no son las eventuales amonestaciones internacionales, si es que llegan a ocurrir. Lo que realmente les afectaría es que los ciudadanos mexicanos se inconformaran y lo demostraran.
Si el PAN logra movilizar a sus militantes, sería un logro relevante, pero si no tiene ascendencia con los suyos, será muy difícil que la tenga afuera.
La batalla de la narrativa tiene que ser aquí. La mayoría ciudadana está muy lejos de tener una idea clara de lo que está pasando. Saltarse esta etapa e invertir tiempo, dinero y esfuerzo fuera de las fronteras explica en buena medida lo ocurrido el 2 de junio. Hay que conectarse con la gente, aquí y ahora...