Transcripción:
Andrés Manuel López Obrador se encamina hacia la inevitable fila de exmandatarios mexicanos. La separación para él es compleja. Para sus querientes, lúgubre. Se va el danzón.
Se despedirá sin hacerlo: la gira nacional que el Presidente ha emprendido es un acto de entrega-recepción con su brillante aprendiz.
Una visita guiada que ha permitido a la nueva Presidenta ser testigo de lo logrado y de lo pendiente. Lo reparado y lo que duele. Los aplausos, las pancartas y los apretones de manos que recibe Andrés Manuel son, para Claudia Sheinbaum, un adelanto de la recompensa que espera a quien cumple. Un recuerdo para la distancia.
Aquel tour de retirada despertó en muchos una falsa e ingenua pretensión: sería esta la transición presidencial más tersa de nuestra historia reciente. El Presidente se disolvería de a poco entre la selva.
Tardamos más en atrapar esa certeza que en verla escapar de su jaula. Andrés Manuel tenía otros datos.
Aquí conviene recordar algunos de los elementos que mantienen encendida la llama obradorista.
Resalto cuatro: primero, pedagogía política que logra comunicar con claridad infrecuente. Segundo, la restitución al vulnerable de la certeza de su relevancia en la esfera pública. Tercero, más y mejor democracia. Esa democracia participativa que Andrés Manuel reivindica. La misma que, por molesta y ruidosa, fue relegada por años a un cajón al que le echaron llave.
Cuarto y último, la construcción de misiones claras que orbitan en torno a esas premisas. Símbolos.
Misiones colectivas de ejecución compartida.
Las metas más recientes trazadas por el obradorismo suman dieciocho y fueron presentadas al Congreso el 5 de febrero. Entre ellas, la elección popular de juzgadores y la desaparición de algunos órganos autónomos. En la lista de espera, las cien propuestas lanzadas por Sheinbaum en campaña.
Con misiones claras y masivamente respaldadas, al filo de su mandato, Andrés Manuel López Obrador ha dado a Sheinbaum un final empujón. Con él, ha perfilado el contorno de la multitud que la apoya y, a ese contorno, lo ha encendido en brío. Ese que no hace mucho yacía difuminado entre las sombras del voto oculto, hoy es visible, sonoro. La vergüenza cambió de bando.
La reforma judicial no es, para Sheinbaum, ni cárcel ni ancla. Es viento a favor. Una enseñanza que se imparte por la más eficaz de las vías: la del ejemplo. ¿Los costos políticos? Viajan discretamente en un tren con destino a Palenque.
Pero no solo de política vive el hombre. Por ello, las misiones obradoristas van de la mano de un prudente polizón: la cautela económica. La disciplina fiscal y financiera del Presidente durante su mandato lo demuestra. AMLO sabe que su legado y la continuidad de su proyecto dependen directamente de la reducción de la pobreza, la desigualdad y de la entrega de resultados tangibles.
¿Andrés Manuel arruinando su legado al cuarto para las doce? Andrés Manuel no es un apresurado. ¿Andrés Manuel pasando a la historia como un mal Presidente? Andrés Manuel no es ningún kamikaze.
Por todo ello, la Presidenta electa ha pedido al Congreso bailar el ansia. Posponer las batallas pendientes. En el sexenio falta mucho y, como señala Rulfo, no hay recuerdo, por intenso que sea, que no se apague. Diferir las contiendas permitirá, por un lado, mantener al 60 por ciento del país en movimiento, politizado. Lo contrario sale caro: lo aprendió bien Sheinbaum desde aquella desastrosa elección intermedia en la Ciudad. Por el otro, será el lazo que mantenga unido al inmenso movimiento: el enemigo ronda.
El plan de nación propuesto por Morena fue expreso y preciso.
Claudia, de tanto en tanto, saldrá con él en mano a pescar. No se ganan elecciones con atún en lata.
Solo así podrá vivir el obradorismo sin su figura totémica. Obradorismo sin Obrador.