México está en el umbral de convertirse en el país 15 gobernado por una mujer


Resumen:

En este 2024, de los 193 países que hay en el mundo, sólo en 14 gobiernan mujeres como presidentas o primeras ministras. Próximamente podría haber una más, la de México.

Transcripción:

En este 2024, de los 193 países que hay en el mundo, sólo en 14 gobiernan mujeres como presidentas o primeras ministras. Próximamente podría haber una más, la de México.

Pero en los 64 años transcurridos desde que una mujer asumiera las riendas de un gobierno –fue en 1960, el caso de Sirimavo Bandaranaike, de Sri Lanka (antiguo Ceilán)– ninguna ha logrado ejercer una agenda feminista ni ha sido recordada de manera particular por haber impulsado una transformación en las condiciones de desigualdad de género o por sus aportaciones a la causa de las mujeres.

Muy pocas transitaron por el máximo cargo político de país sin ser descalificadas, sometidas al escrutinio público por su estado civil o su apariencia. A muchas se les escatimaron sus propias capacidades y fortalezas, y se atribuyeron sus logros al tutelaje de algún político varón.

Un ejemplo, Dilma Rousseff, primera presidenta de Brasil (de 2010 a 2016), quien tuvo que lidiar con todo tipo de ataques, presiones y descalificaciones desde el día en que tomó posesión, recuerda la académica brasileña Regina Crespo, del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM. Se decía que el presidente saliente, Lula da Silva, la había puesto ahí para poder maniobrar y manipularla. Cosa que no era cierto y no sucedió nunca.

Otro caso es el de la emblemática Indira Gandhi, que gobernó la India entre 1966 y 1977 en un primer periodo y entre 1980 y 1984 (cuando fue asesinada). Explica la historiadora hindú Ishita Banerjee, de El Colegio de México y la Universidad de Calcuta, que ella llegó al poder por circunstancias un poco raras a raíz de la inesperada y repentina muerte del segundo primer ministro. Los líderes del Congreso Nacional Indio, todos hombres y patriarcas, eligieron a la hija de Jawaharlal Nehru, el primer primer ministro porque, como mujer y relativamente joven, pensaron que sería débil y manipulable. Para enfrentar ese desafío, Indira gobernó como populista y autoritaria.

Dama de Hierro

Incluso Margaret Thatcher, primera ministra de Gran Bretaña entre 1979 y 1990, una de las líderes políticas más poderosas de su época. Precisa la historiadora inglesa Catherine Andrews, del CIDE: “Thatcher había enfrentado mucho sexismo en su carrera, y tuvo que luchar para llegar donde llegó. Tenía poco simpatía hacia las demás mujeres, creo, porque creía que no se esforzaron como ella. También, consideraba –como muchas mujeres exitosas en un mundo patriarcal– que era un caso excepcional y que las demás mujeres no tenían las cualidades que ella tenía”.

Llegó al poder cuando el feminismo británico registraba importantes logros. Sin embargo, no sólo no profundizó esa corriente sino que, por el contrario, defendió los valores del patriarcado.

A pesar de que en el Reino Unido las organizaciones de mujeres ya habían logrado importantes avances legislativos, como el pago equitativo y medidas contra la discriminación sexual y la violencia contra las mujeres, las académicas y feministas inglesas, críticas de Thatcher, recuerdan que la idea misma del feminismo no estaba en su diccionario.

Su gabinete estuvo integrado siempre por señores blancos, conservadores y adinerados. Nunca nombró a una mujer en algún cargo. En sus memorias tampoco las menciona: solamente a su hija, su secretaria, a una amiga cercana, la baronesa Young, y a su contemporánea Indira Gandhi. En un viejo artículo publicado en 2013 en The Guardian, Jenny Murray, quien cubrió a la primera ministra como reportera de a BBC de Londres, la resume en esta fase: ¿Qué hizo Thatcher por las mujeres? Nada.

Ella disfrutaba su reputación de mujer de hierro y, según la investigación de la académica de la Universidad de Tulane Katie Weaver, tenía fuerte afinidad con valores típicos del patriarcado: el belicismo (guerra de las Malvinas) y la defensa del statu quo y los poderes establecidos.

Indira

En cuanto a Indira Gandhi, la profesora Banerjee Dube puntualiza que en la época en que la hija de Nehru gobernó su extenso país no existían los conceptos del feminismo en la joven nación asiática. Pero sí creó un ministerio para el desarrollo de las mujeres y las niñas, donde funcionó el primer comité para estudiar todas las disposiciones constitucionales, legales y administrativas que tuvieran implicaciones para el estatus de mujeres, su educación y empleo. Ese informe llamado Hacia la igualdad, en el que participaron sociólogas, antropólogas, estudiosas del feminismo, es considerado como un parteaguas y un momento fundador para el movimiento de mujeres en la India independiente.

Sin embargo, reconoce la maestra Banerjee, la memoria que dejó la gestión de la madre de la India no fue muy positiva a la postre. Entre 1975 y 1977 ella declaró un Estado de emergencia nacional en el que abundaron los abusos a los derechos humanos y las libertades civiles.

Presidentas en América Latina

Entre las 17 mujeres que han sido presidentas o primeras ministras en América Latina desde los años 70 del siglo pasado, ha habido algunas demócratas, pero también algunas golpistas.

Muchas de ellas ocuparon el más alto cargo de manera provisional y como suplentes en momentos de transición crítica, de ruptura o golpes de Estado, como fue el caso de Ertha Pascal Trouillot, de Haití (poco menos de un año entre 1990 y 1991); Lidia Gueiler, de Bolivia, entre (1979 y 1990), o Rosalía Arteaga, de Ecuador en 1997 a raíz del golpe de Estado contra Abdalá Bucaram.

En Centroamérica, Violeta Chamorro fue elegida en 1990 y gobernó hasta 1997, con lo que determinó el fin del conflicto contrarrevolucionario y marcó un periodo de transición entre los gobiernos de la revolución sandinista y los regímenes neoliberales que le siguieron. Mireya Moscoso gobernó Panamá entre 1999 y 2004, Laura Chinchilla lo hizo en Costa Rica de 2010 a 2014 y Xiomara Castro fue elegida en Honduras en 2022.

Entre estas gobernantes también hay golpistas de derecha, como la boliviana Jeanine Áñez, que encabezó el golpe de Estado contra Evo Morales después de las elecciones de 2019 y que perdió al año siguiente con el triunfo de Luis Arce. Fue juzgada y encarcelada por las matanzas que ordenó durante su régimen. La otra es la actual presidenta de Perú, Dina Boluarte, que asumió el cargo tras el golpe al presidente Pedro Castillo, en 2022.

Violeta, en Nicaragua

Hay otras que al llegar a la presidencia marcaron el inicio de un periodo democrático, como es el caso de la nicaragüense Violeta Barrios de Chamorro. Sobre ella refiere Tamara Dávila, pionera del movimiento de mujeres de esta generación en su país, ex presa política y actualmente desterrada por el régimen orteguista: la circunstancia del gobierno de Violeta Barrios de Chamorro fue la de una Nicaragua posrevolucionaria, pero irradiada por una guerra civil en un marco de polarización global. Fue triunfadora en la primera elección realmente democrática y participativa de la historia moderna del país. Su rol fue fundamental para la paz en ese periodo.

No tuvo una agenda feminista como tal, pero sí podemos decir que tuvo una serie de políticas de libertades, garantías y derechos en un país que apenas salía de la guerra. En los cinco años de su gobierno proliferaron las organizaciones de la sociedad civil, incluidas las organizaciones de mujeres que reinvindican los derechos sociales y reproductivos. Hizo ingentes esfuerzos por garantizar la pluralidad en la participación social de los nicaragüenses.

Conocida por ser una ama de casa, la circunstancia de Barrios de Chamorro quedó marcada por el hecho de ser viuda de Pedro Joaquín Chamorro (dirigente opositor y director del diario La Prensa), considerado un mártir de la libertad de expresión y la lucha por la democracia, asesinado por el somocismo en 1978. Actualmente toda su familia es perseguida por el orteguismo y está exiliada y desterrada.