Transcripción:
A lo mejor Clarita esté pensando en que Martha Ávila repita en el cargo... pero hay más tiradores.
En 2018, luego de que Morena arrasara en las elecciones de la capital, el flamante Congreso de la Ciudad de México —al igual que ahora— se pintó de guinda, formando con sus partidos rémora una mayoría aplastante.
La oposición había sido reducida —también igual que ahora— a casi nada, y todos daban por hecho que Claudia Sheinbaum, la nueva jefa de Gobierno, tendría un día de campo en Donceles, donde podría hacer lo que quisiera.
¿Qué podía salir mal, si su partido había ganado casi todas las alcaldías —igual que ahora—, y la oposición legislativa era tan insignificante que no podría rebelarse?
Pero, al no tener opositores que le hicieran mosca, el problema lo iba a tener en su propia casa, pues los grupos de Morena se empezaron a canibalizar en el Congreso; el dinero y el poder en disputa eran enormes.
No vio venir el que los diputados guindas de las diversas tribus reclamarían para sí las comisiones legislativas con las estructuras y presupuestos más grandes, donde cabrían todos sus ejércitos de aviadores.
Se formaron, entonces, al menos tres grupos, con todo y que la propia Claudia les había dicho que les daría autonomía para operar, a cambio de que no formarán corrientes; fue lo primero que hicieron.
Cómo pedirles a sus compañeros no formar tribus si en el PRD lo primero que les enseñaban era que, quien careciera de canicas, no tendría mayor valor a la hora que se repartiera el pastel.
El error de Sheinbaum fue soltar las jaurías y creer que se pondrían de acuerdo. El resultado fue que la fracción mayoritaria se partió, lo cual fue aprovechado por la oposición para empezar a rehacerse, lo cual logró en tres años.
Un escenario similar se presenta hoy para el oficialismo, ya que obtienen de nuevo una victoria aplastante en la capital que los deja con una oposición testimonial en Donceles y corren el riesgo de canibalizarse otra vez.
Dicen que nadie experimenta en cabeza ajena, pero si Clara Brugada no aprieta desde el principio y hace los nombramientos de coordinadores, vicecoordinares y presidentes de las comisiones premium, se le formarán grupos internos.
Y aquí a lo mejor Clarita esté pensando en que Martha Ávila repita en el cargo, pues no la pudo imponer como su sucesora en Iztapalapa, pero hay más tiradores.
Están, por ejemplo, el exmonrealista Néstor Núñez, quien, por órdenes de Claudia, llegó a Donceles como número uno de la lista plurinominal, pero al que seguramente se llevará al gobierno federal.
Aquí entraría en escena su suplente, Alberto Venegas, colaborador de la hoy Presidenta desde Tlalpan, quien a lo mejor no tiene el tamaño, pero sí el apoyo. Y claro que tampoco hay que perder de vista a Víctor Hugo Romo, quien ya opera desde las cañerías.
CENTAVITOS
Dicen que la noche del 2 de junio, cuando el Instituto Electoral anunció los resultados en las alcaldías de la Ciudad de México, quien se quedó pasmado y con los ojos abiertos fue Javier López Casarín, al enterarse que había ganado las elecciones para alcalde en Álvaro Obregón. Y es que si algún territorio daban por perdido en Morena, además de Benito Juárez y Coyoacán, ése era el de la aliancista Lía Limón, cuya reelección se consideraba mero trámite. Y no es que López Casarín sea precisamente el más popular o simpático, sino el que, al final, todos podrían manipular y por eso le echaron montón para hacer la chica, como se dice en las quinielas. Aseguran que el cuate no se la creía, pues hasta él sabía que fue un pésimo candidato.