Transcripción:
Kamala desenfundó la espada y la blandió hacia el tratado, acuerdo que los últimos seis años permitió a México sortear ventarrones económicos
Asumió Claudia Sheinbaum la Presidencia de México justo en el momento en que la relación bilateral con Estados Unidos está como vaso a punto de derramarse, por lo que debe evitar echarle una gota más, para que al segundo año de su gobierno no enfrente a un sacudida financiera sin precedente en lo que va del siglo XXI.
Todo, debido a que su antecesor le llenó el hígado de piedritas a nuestros principales socios comerciales, acusándolos de injerencistas, de atacar la soberanía nacional con los informes de Derechos Humanos en donde México sale reprobado, de imprudentes por reconocer el triunfo de Edmundo González en Venezuela y evidenciar el fraude de Nicolás Maduro.
Y en sus últimos coletazos presidenciales, puso “pausa” a la relación con su embajador Ken Salazar, por criticar la Reforma Judicial que pone en riesgo la certeza jurídica de sus inversionistas; y los culpó de la violencia en Sinaloa, por haber capturado a Ismael El Mayo Zambada.
De todo eso tomaron nota el presidente Joe Biden, y su candidata presidencial Kamala Harris, quienes el sexenio anterior trataron al gobierno mexicano con pinzas y cierta tolerancia, pese a los constantes desplantes del ex inquilino de Palacio.
Pero ahora va la de ellos: la otrora buena ondita Kamala desenfundó la espada y la blandió hacia el T-MEC, acuerdo que los últimos seis años permitió a México sortear ventarrones económicos y mantenerse entre las 15 principales economías del mundo.
“Como una de los 10 senadores que votaron contra el T-MEC, sabía que este acuerdo no era suficiente para proteger a nuestro país y a sus trabajadores. Muchos de los que votaron a favor de este acuerdo condicionaron su apoyo a un proceso de revisión, que como presidenta utilizaré”, dijo el viernes pasado en la frontera con México, en referencia a la revisión del Tratado prevista para 2026.
Añadió: “Como presidenta, traeré de vuelta los empleos de los trabajadores del sector automotor a este país”. Incluso anticipó cierre de la frontera a los migrantes:
“Quienes crucen nuestras fronteras de manera ilegal serán detenidos y expulsados y se les prohibirá volver a ingresar al país durante cinco años… haré más para proteger nuestra frontera, para reducir los cruces ilegales”.
Amagos de la candidata demócrata casi idénticos a los de su rival republicano Donald Trump, quien, como ella, está dispuesto a renovar el T-MEC sólo con Canadá, en 2026, y decirle a México “¡Hasta la vista, baby!”.
Seguramente la presidenta Sheinbaum, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, y el canciller Juan Ramón de la Fuente, ya sopesaron debidamente las palabras de Kamala y estarán afinando su estrategia rumbo a la renegociación del acuerdo.
Porque lo que está en juego son 14 millones de empleos en México directamente relacionados con el T-MEC, exportaciones multimillonarias a EU (en 2023 llegaron a 490 mil 183 millones de dólares), sin contar con el nearshoring dream. O sea, la columna vertebral, con todo y médula espinal, de la economía mexicana, sin la cual no podrá haber ninguna “prosperidad compartida”.
Llenó el hígado de piedritas a nuestros principales socios comerciales