Transcripción:
Opinión Manuel Somoza
Finanzas públicas sanas, si queremos salir adelante
México requiere de una reforma fiscal integral que contemple no solo subir las contribuciones al erario, sino hacer que toda la población participe en la economía formal.
A manera de que nuestra economía empiece a crecer de forma vigorosa y sostenida, debe tener su primer fundamento en finanzas públicas sanas; si esto no ocurre, será muy difícil lograr, en el mediano y largo plazo, metas ambiciosas de bienestar para toda la población, lo cual debería ser el objetivo más importante de cualquier gobierno.
La administración que recién terminó con López Obrador en materia de finanzas públicas lo hizo razonablemente bien, pero desmanteló muchas reservas que se habían venido creando durante muchos años. La desaparición de todos los fideicomisos ayudó a ejercer un gasto mayor al presupuestado sin tener que incurrir en déficits fiscales; sin embargo, en realidad lo que se hizo no fue correcto, porque el destino de todo el dinero obtenido de los llamados fideicomisos fue a parar a gasto social o a proyectos de inversión de muy poco impacto económico. La fotografía de las finanzas públicas del expresidente se veía bastante bien porque no se rebasaban los presupuestos, cuando en realidad sí se estaba gastando de más, y parte de las diferencias se cubrían con esas reservas.
La presidenta Sheinbaum ahora tiene que enfrentar una nueva realidad, que consiste en tener un presupuesto equilibrado, pero ya no cuenta con los "guardaditos" que se gastó su antecesor. La solución estaría en llevar a cabo una reforma fiscal integral de gran calado, que contemple no solo subir las contribuciones al erario, sino que también asegure la participación de la población en la economía formal, es decir, que pague impuestos.
Hoy, de la población económicamente activa, la mayor parte está en la informalidad y esa razón hace que los ingresos tributarios en México sean de los más bajos entre los países miembros de la OCDE; me atrevería a decir que somos el país con la tasa impositiva más baja de todo ese grupo.
La forma más rápida y eficiente de resolver esta situación sería generalizando el IVA, para que se incorporen al pago de este impuesto alimentos y medicinas; pero eso nunca lo hará un gobierno populista como el que tenemos, ya que cobrar impuestos no es algo popular, y por eso lo rechazan los morenistas.
La pregunta es: ¿entonces, de dónde sacamos dinero? Y la respuesta es: disminuyendo el gasto social que no esté dando los resultados esperados, para lo cual lo primero que se debería hacer es medir la efectividad de los programas sociales.
López Obrador nunca lo quiso hacer porque no le gustaba dar cuentas a nadie, ni siquiera al pueblo que decía amar tanto. Esperemos que la nueva administración sí lleve a cabo evaluaciones continuas de los programas sociales vigentes, para saber si estamos desperdiciando dinero o realmente estamos logrando buenos objetivos. También, otra manera de lograr ahorros es que los recursos dedicados a la inversión pública sean en proyectos de alto impacto, como centrales eléctricas, infraestructura que garantice el abastecimiento de agua, carreteras, puentes, puertos, etcétera; obras que atraigan nuevas inversiones de la iniciativa privada tanto nacional como extranjera.
Es clarísimo que tenemos que invertir en el nearshoring para que sea una realidad; debemos invertir en él, no se va a dar solo o por ósmosis. Pero para hacer todo lo anterior con orden y disciplina, lo cierto es que en el presupuesto hay mucha tela de donde cortar. Lo que se requiere es ser pragmáticos y únicamente gastar o invertir en lo que vale la pena, y no desperdiciar recursos para ganar elecciones o concursos de popularidad. Si se realiza lo anterior, nos llevaría a tener finanzas públicas sanas.